Cuando se juntaron por primera vez en una plaza no se conocían las caras. Eran 15 mamás que se habían dado cita en el Parque Las Heras porque todas tenían algo en común: hijos con la Condición del Espectro Autista (CEA). Y se reconocieron precisamente por eso. Algunas llegaron con los chicos en sus brazos para evitar que se les escaparan y otras, corriéndolos por el parque. Todas sabían lo que era sentirse juzgadas por el afuera o incomprendidas por las conductas de sus hijos. Decidieron entonces juntarse, compartir experiencias, escucharse, acompañarse. Y la plaza, en época de crisis, era el ámbito más accesible y menos costoso para todas. “Vos sos de las nuestras, no?”, se preguntaban unas a otras a medida que iban llegando a este primer encuentro.
La idea surgió de Alejandra Novi, mamá de Bautista, y de Bárbara Daus, fonoaudióloga, licenciada en psicopedagogía y experta en autismo, administradoras de la cuenta de Instagram @hacerpuentes, fueron notando la soledad que sufrían las familias en el encierro de la pandemia. Alejandra publicaba fotos de su hijo en la plaza y recibía comentarios elogiosos de otras mamás que se lamentaban no poder hacerlo. “Pensé: ¿por qué no podemos juntarnos? Si total, no nos vamos a mirar mal entre nosotras y quiénes mejor que nosotras para entender lo que nos pasa”, cuenta Alejandra a #BORDER.
Armó un link para que se sumara gente y fue abriendo grupos de WhatsApp por zonas. Norte, Sur, Oeste y luego Palermo, Villa Urquiza, La Plata, Flores, Pilar, Mar del Plata, Entre Ríos, Rosario, Córdoba, Neuquén, Misiones y hasta Uruguay. En apenas unas semanas, se nuclearon alrededor de 250 familias. “Había mamás desesperadas, que estaban encerradas y la plaza es un recurso al que todos pueden acceder y no necesitan pagar para eso”, explica Bárbara Daus.
Así, cada familia empezó a contar su historia. Y a pesar de que, en un primer momento, no se conocían las caras pudieron desahogarse y sentirse contenidas. “No fue solo un encuentro para los chicos, sino también para las madres”, agrega la especialista.
Las familias de chicos con autismo saben que, muchas veces, la gente los mira con recelo cuando tienen conductas disruptivas en la vía pública. “Los chicos se escapan, o tiran arena, o se sacan alguna prenda en público. No hay aceptación de esto debido a que aún existe mucho desconocimiento sobre esta condición –opina Daus-. Las mamás, entonces, se alientan y ayudan entre sí”.
Esta comunión de intereses y necesidades formó lazos fuertes. Primero virtuales y luego presenciales. “Me sentí tan acompañada –escribió una mamás después de una de las salidas a la plaza-. Todo lo que a veces todavía pesa, como la mirada ajena, se volvió más liviano. Seguramente había 10 pares de ojos mirando al nene que gritaba en el piso…pero estaban también los de pato que muy amorosa nos ayudó todo el tiempo”.
“Son mágicos los encuentros, no necesitamos justificar las actitudes de los chicos ni explicar nada a nadie”, insiste Alejandra. En los grupos de whatsapp abundan consejos, materiales de lectura, sugerencias de charlas, cursos, recomendación de terapeutas y experiencias vividas. “Los papás muchas veces no saben qué hacer con los chicos. Yo soy partidaria de compartir información que no hay que pagar”, agrega Daus.
“Nos pasamos todo lo que creemos valioso. El cometido es que no estemos solos y lo vamos logrando porque muchas veces ni la familia entiende qué le pasa a los chicos”, finaliza Alejandra.
“Fue muy lindo conocerlas y compartir experiencias, les confieso que yo desde que tuve el diagnóstico, fui muy reacia a buscar grupos de madres, pero ahora veo que está bueno compartir con mamás que pasan lo mismo que una”, escribió en el chat otra de las mamás.
La plaza que para muchas familias era algo amenazante terminó convirtiéndose en un espacio de encuentro y aprendizaje para familias y niños con discapacidad.