Sietecase hace teatro

Por: María Julia Oliván @mjolivan

Estreno de la obra Malditos (todos mis ex) de Mariela Asensio y Reynaldo Sietecase.

Por Leni González

Una dramaturga y directora teatral, amiga y compinche de José María Muscari, se junta con un periodista ganador de martínes fierros, escritor y bardo de lolas: la mezcla despierta curiosidad, mucho de la buena para los que disfrutaron con Mujeres en el baño u Hotel melancólico, y algo de la mala porque no sabemos que hacen los analistas de la real politik en un subsuelo histórico del teatro independiente. Pero los prejuicios están para romperlos. Y así fue que Mariela Asensio y Reynaldo Sietecase se cruzaron para escribir a cuatro manos Malditos (todos mis ex) y combinar un duelo de voces, la de una mujer y todas las que fue entre la adolescencia y los treintitantos, y la de tres hombres, sus hombres, los que ya no son o lo serán siempre, sus “ex” para toda la vida.

La protagonista quiere entender qué pasó con el amor y su inalterable posibilidad pero, en sus 34, a las pruebas se remite y las pone en escena, tanto para el espectador como para sí misma, necesitada de verse y retomar aquel hilo que perdió sin darse cuenta. Ella (Federica Presa) es el presente, la narradora oficial, la que recuerda y lleva el archivo de este music hall psicoanalítico por el que pasa una chica ilusa enamorada perdidamente del hijo de puta que usa y lastima; y que, a la vez, no supo corresponder a ese varón extremadamente dulce que juró devoción hasta más allá del arco iris. En el centro del relato, la joven adulta rompiendo una pareja donde tal vez hubo amor pero se desgastó tanto que se olvidaron las razones del estar ahí.

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La honestidad es pura energía en Asensio. Estas mujeres arrasan con su verdad, la que buscan, sin careteos ni simulaciones al punto que una de ellas (Raquel Ameri) se presenta totalmente desnuda para de a poco ir vistiéndose y desnudarse otra vez y cojerse a un bolso en el piso, una desnudez franca que por su parte no pone en juego ningún personaje masculino. Estos discursos entrecortados, embebidos en lágrimas, revoleos y muecas se enlazan en el musical, el género que la directora maneja con fluidez narrativa, entrando y saliendo de cada escena sin forzarlas, con total redondez.

Es ese show el que se devora a la emoción, como en esos filmes donde los efectos especiales desplazan la historia a los márgenes. Es la decisión de la directora (leonina, ella lo dice en la obra) y es la opinión de la que escribe (canceriana, lo digo ahora) pero –y saliéndonos de cualquier guiño astrológico– no terminamos de comprender qué pasa con esta mujer: la vemos equivocarse y gritar pero no sabemos a qué vienen tantos mocos.

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Los ex hablan por boca de Sietecase en un intento de unidad en la diversidad (para usar una frase de moda): ¿qué dirían estos caballeros si pudiéramos oírlos? Y lo que dicen y muy bien, es que no entienden nada. Por lo tanto, la tesis de la obra es que no hay reconstrucción posible. El amor pasó, nos tomó y se fue. Punto. Lo que pueda decirse al respecto es puro teatro. Por suerte.

Ah, una observación casi inútil porque siempre llega tarde. Ni Asensio ni Sietecase tienen una respuesta pero por qué, digo yo por qué, los hombres son en el recuerdo mucho más insignificantes de los que nos pareció aquella vez.

Ficha técnica

Elenco: Federica Presa, Ariel Pérez de María, Raquel Ameri, Federico Schneider, Marina Lovece, Hernán Herrera, Constanza Molfese.

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Vestuario: Vessna Bebek.
Diseño de luces: Ricardo Sica.
Dramaturgia: Mariela Asensio y Reynaldo Sietecase.

Dirección: Mariela Asensio.

Sábados 22.30, en Teatro del Pueblo (Av Roque Sáenz Peña 943). $ 80.

 

 

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